Todos hemos experimentado en algún momento el sentimiento de soledad. El ser humano es social por naturaleza, lo cual significa que necesita el contacto y la relación con otras personas.
La soledad se puede interpretar la soledad de dos maneras: estar solo o sentirse solo.
- Estar solo es un hecho común para todos. No siempre estamos acompañados. Esta experiencia de soledad se puede disfrutar mucho y suele ser muy constructiva.
- Sentirse solos es diferente, porque uno se puede sentir solo también en compañía.
El sentimiento de soledad está relacionado con el aislamiento, la noción de no formar parte de algo, la idea de no estar incluido en ningún proyecto y entender que a nadie le importamos lo suficiente como para pertenecer a su mundo.
Hay tres características que definen la soledad:
- Constituye una experiencia subjetiva porque puede sentirse aun cuando se está en un grupo.
- Es el resultado de una o varias relaciones sociales deficientes, resulta desagradable y produce angustia o depresión.
- Salvo contadas excepciones, vivir la soledad es algo que no se desea, como tampoco la tristeza.
No es lo mismo que el aislamiento social, ya que la persona no lo quiere de esa manera, sino que no se siente a gusto con los amigos o compañeros que tiene porque considera que son demasiado superficiales, vacíos o poco dignos de confianza.
MIEDO A LA SOLEDAD
Hay varios factores que influyen el en miedo a la soledad:
- La influencia social: El miedo al qué dirán.
La intensa influencia que ejercen estos modelos sobre nuestras expectativas, hace que muchas personas una vez llegan a ciertas edades consideren un fracaso no haber alcanzado algunos “hitos”:
tener pareja estable, haber formado una familia… o tener un determinado estatus de vida. Se sienten diferentes, inadecuadas, fallidas o tristes, pero sobre todo sienten miedo.
- Exceso de responsabilidad, autoexigencia o perfeccionismo: El miedo a fracasar.
Es muy importante manejar estas emociones, identificarlas y regularlas, para lograr que nuestra decisión esté guiada, no por los impulsos, sino por objetivos y aspiraciones.
- La dependencia emocional: El miedo al abandono.
Las tendencias o rasgos de personalidad del individuo, unidos a las creencias erróneas o distorsionadas adquiridas a lo largo de la vida, hacen que la persona se llegue a sentir sola, desamparada o abandonada, buscando en la compañía el escape inmediato a esas emociones.
CÓMO SUPERAR LA SOLEDAD NO DESEADA
La soledad también se puede disfrutar, puesto que nos permite tener más tiempo para nosotros, nos ofrece una oportunidad para redescubrirnos y un espacio para cambiar los objetivos que tenemos en la vida.
- Diagnóstico: qué tipo de soledad es la que estamos sufriendo y a qué circunstancias se debe.
- Conocernos bien. Dejemos a un lado el miedo a mirar dentro de nosotros, y afrontemos la necesidad de saber cómo somos: nuestras ilusiones y ambiciones, limitaciones y miedos, quién quiero ser, cómo me ven, cómo me veo…
- Fuera la timidez. Tomemos la iniciativa para conseguir nuevas relaciones. Establezcamos qué personas nos interesan, y elaboremos una estrategia para contactar con ellas.
- No hay nada que perder. El miedo al rechazo es un freno para entablar nuevas amistades o amores. El objetivo es importante, no nos andemos con remilgos.
- Sin victimismos. El mundo resulta en ocasiones cruel, vulgar y materialista, de acuerdo. Pero seguro que hay otras personas que pueden estar deseando conocer a alguien como nosotros.
- Encerrarnos en nosotros mismos es reconocer la derrota. A la mayorÍa la soledad nos hace daño, y nos sienta mejor tener con quién hablar, intimar y a quién querer.
- No somos tan raros como a veces pensamos. No hay más que hablar en profundidad y confianza con cualquier persona para comprobarlo. Podemos «llenar» a más gente de la que creemos y nos pueden resultar atractivas muchas personas que tenemos muy cerca.