¿Qué entendemos por frustración?

Es una emoción secundaria, percibida como negativa por nuestra sociedad. Es una emoción desagradable que incluye sentimientos como rabia, impotencia, tristeza…por no conseguir aquello que deseábamos (plan, objetivo, ilusión…).

Según el estadio de desarrollo de los niños, puede ser más “normal” que muestren este tipo de emociones. La empatía no está desarrollada totalmente hasta los 10-12 años (dependiendo de la madurez individual de cada uno), por ello, conductas relacionadas con la frustración pueden ser más habituales hasta esa edad.

¿Cómo son los comportamientos de los niños que no saben gestionar la frustración?

¿Qué podemos hacer desde casa para ayudarles?

Cuando somos pequeños, el pensamiento que nos guía es a corto plazo. Pensamos en las consecuencias (tanto positivas como negativas) instantáneas. Los niños suelen preferir una gratificación inmediata inferior, que esperar a una recompensa mayor a largo plazo. No soportan muy bien la espera. Es importante que desde casa, se les enseñe que no se puede tener todo en el momento, y que hay ocasiones en que esperar y manejar la frustración nos hará obtener una recompensa mejor.

 

Consejos útiles

  1. Actitud positiva de los padres: DAR EJEMPLO. Una de las maneras que tienen nuestros hijos de aprender, es copiando conductas de modelos (en nuestro caso, de nosotros mismos). Los niños se fijan en nuestras reacciones, conductas… Intenta no enfadarte ni reaccionar de manera desmedida ante los imprevistos, gestionar los objetivos fallidos de una manera menos negativa y vivir con serenidad las dificultades diarias, intentando visualizar siempre las posibles soluciones y no el imprevisto o problema real.
  2. Facilitar su autonomía: Permítele alcanzar los retos por sí mismo, teniendo paciencia y dejando relucir tanto sus dificultades como sus habilidades. Necesita aprender de sus errores y que sea él mismo quien encuentre la forma de solucionarlo, mostrándote siempre disponible para ofrecerle tu ayuda.
  3. Marcarle objetivos realistas: Dividir la tarea principal en subobjetivos más manejables y realistas le harán sentir una emoción agradable cada vez que las vaya consiguiendo.
  4. Perseverancia: Remárcale la importancia de la constancia, de ir poco a poco consiguiendo objetivos y ser concienzudo con el objetivo que quiera conseguir. Evitar la situación no le generará nada positivo a largo plazo, eso se lo debemos dejar claro con un diálogo sencillo.

 

Si siguiendo estos consejos, tu hijo sigue mostrando dificultades, consulta con , te ofreceremos soluciones personalizadas y tu hijo aprenderá a identificar, gestionar y expresar sus emociones de una forma más adaptativa.