Un diagnóstico de cáncer de mama (como de cualquier otro tipo de cáncer) supone un importante impacto a nivel emocional, no sólo para la persona diagnosticada, sino también para sus familiares. Las reacciones de miedo, incertidumbre, incredulidad, rabia o tristeza forman parte del normal proceso emocional y varían su intensidad a lo largo de la enfermedad.
Cuando la intensidad de las emociones es excesiva y produce un gran malestar o sufrimiento en el paciente y familiar, o cuando aparecen sintomatología no relacionada estrictamente con la enfermedad (aislamiento extremo, estado depresivo persistente, ataques de ansiedad…), es conveniente la intervención profesional. . Los investigadores estiman que entre el 20 y el 60 por ciento de las pacientes con cáncer experimentan síntomas de depresión que pueden dificultar aún más que las mujeres se adapten, participen óptimamente en actividades de tratamiento y aprovechen las fuentes de apoyo social que tienen disponibles.
Por otro parte, un proceso oncológico conlleva también cambios a nivel de pareja, familiar, social y laboral. Estos cambios pueden producir desajustes que requieran un apoyo específico.
Sentirse abrumada es una respuesta totalmente normal al diagnóstico de cáncer de mama. No obstante, las emociones negativas pueden hacer que las mujeres dejen de hacer cosas que son buenas para ellas y que comiencen a hacer cosas que son malas para cualquiera, y en especial preocupantes para aquellas personas que tienen una enfermedad grave (comer mal, dejar de hacer ejercicio, problemas para dormir, abusar de la cafeína o de diferentes sustancias…).
¿Por qué es necesario recibir apoyo psicológico durante el proceso de un cáncer de mama?
Durante la enfermedad deben afrontar situaciones de ansiedad como las visitas médicas, pruebas diagnósticas, resultados, tratamientos prolongados que ocasionan cambios en la vida del paciente. Se enfrentan a un momento en que sus proyectos se paralizan, su día a día cambia y la prioridad es la enfermedad. Estas situaciones generan emociones difíciles de manejar. La comunicación de estas emociones puede resultar complicada. Una persona enferma de cáncer puede evitar preocupar a las personas de su alrededor. En ocasiones estos pacientes se aíslan para evitar el malestar de los demás y el suyo propio.
La atención psicologíca ofrece:
- Espacio de desahogo emocional
- Control de la ansiedad
- Disminución de los signos de depresión
- Mayor adhesión a los tratamientos
- Reconocimiento de los problemas o dificultades concretas durante la enfermedad
- Aumento del control y la autoeficacia en la resolución de problemas
De esta manera se facilita la adhesión a los tratamientos médicos, la eficacia de los mismos y se disminuyen algunos efectos secundarios. Además puede acortar el tiempo de recuperación y disminuir el número de consultas, mejorando la calidad de vida del paciente. Si aprendemos a sanar la mente, podemos aprender a aliviar el cuerpo.