Dar el primer paso para ir al psicólogo es lo más complicado. Nos preguntamos en qué y cómo nos pueden ayudar, si no pareceré un “loco” o incluso qué pensará la gente de mí… A pesar de que se ha avanzado mucho en el mito del papel de los psicólogos, lo expertos aseguran que es el miedo a “quitarnos la coraza” lo que nos aleja de la terapia.
No existen normas de cuándo acudir a un psicólogo, pero ciertas indicaciones nos pueden ayudar a la hora de tomar esa decisión. Todos tenemos días en los que no tenemos ganas de hacer nada, nos sentimos tristes, cansados o queremos tirar la toalla. Esa no es razón para acudir a un psicólogo, gracias a nuestras habilidades o el apoyo de familiares solemos salir de este bache. Pero atención, cuando estos sentimientos son la norma, no la excepción, no queremos recibir apoyo, incluso evitamos reunirnos con amigos o familiares, debemos preguntarnos si sería bueno buscar ayuda.
Cuando el estado depresivo es el que dirige nuestros días, no disfrutamos de pequeñas cosas que antes nos satisfacían, nos cuesta hablar en público, tenemos miedos irracionales, nos da miedo estar en un sitio cerrado es recomendable contactar con un profesional.
Personas que desean tener todo bajo control, que se sienten limitados por sus obsesiones, se pasan el día limpiando o comprobando una y otra vez lo que han hecho, tal vez sea un buen momento para asistir a una consulta profesional, que te ayude a entender y tomar el control de tu dificultad.
Y todavía hay más razones para acudir a un psicólogo: no parar de llorar ante cualquier comentario, no poder dormir, no saber decir “no”, sentimientos de culpa irracional, nervios, ansiedad… Si has sufrido una pérdida importante, divorcios, infidelidad, malos tratos, violencia…
Una amplia variedad de problemáticas y situaciones complicadas que gracias a la ayuda de un profesional, se convertirán en algo pasajero o algo con lo que gracias a nuestras habilidades podamos “lidiar”.