¿Alguna vez has discutido con tu pareja por la forma de criar a tus hijos? Si tu respuesta es sí, como la del 90% de los lectores, este artículo te puede servir de gran ayuda.
En una sociedad cambiante, en la que los roles de los padres van cambiando, nos encontramos en tareas compartidas que antes solían ser de una sola persona (la madre). Ella decidía lo que hacía y hacía lo que decidía, sin encontrar oposición. Ahora las cosas son diferentes, tanto padres como madres realizan la ardua tarea de educar a los hijos, surgiendo como en todos los trabajos que implican más de una persona, discusiones y puntos de vista diferentes que deben solucionar.
¿De dónde vienen esas diferencias y discusiones?
Cada uno tenemos recuerdos de nuestra infancia, de buenas y malas experiencias, lo que nos gustó, no que no, lo que se nos quedó marcado… Todo esto puede influir a la hora de tomar decisiones sobre la crianza de nuestros hijos: “creo que es mejor no hacerle comer este plato que no le gusta porque a mí me lo hicieron y vomité” “pues yo creo que es lo correcto, tiene que comer de todo y así aprendí a comer bien yo”….
También las personas que nos rodean y con las que compartimos comentarios y opiniones nos pueden estar influenciando (nuestros padres, amigos…), pero recordad: cada uno tiene una visión propia de qué es lo mejor para ellos.
Ser pareja no implica necesariamente compartir en todo momento los mismos puntos de vista sobre la crianza de los hijos, pero sí lleva implícita la responsabilidad de poder trabajar sobre estas diferencias de un modo constructivo y respetuoso para ambos.
Estamos de acuerdo en que las discusiones son inevitables, pero ¿qué podemos hacer para que no perjudiquen nuestra relación ni a nuestros hijos?
Cosas que se deben evitar
- Discutir delante de tus hijos: Los niños son muy receptivos a todo lo que ocurre en su ambiente familiar, especialmente en lo que se refiere a las emociones de sus padres. Durante los primeros meses de vida, un ambiente de discordia y conflicto permanente los condiciona hacia un futuro de inestabilidad y ensimismamiento. Las broncas y las malas maneras les impiden alcanzar la confianza básica necesaria para sentirse bien en el mundo.
- Mezclar problemas: muchas veces cuando discutimos por algo, siempre salen temas que “no vienen a cuento”. Debemos centrarnos y no sacar “trapos sucios”.
- Negarse a ceder: Ya sabemos que no es fácil discutir sobre las diferencias con serenidad y mucho menos lograr pactos equitativos, pero debéis poner todo vuestro empeño en procurarlo y para ello es básico que partáis de la actitud de ceder cada uno un poco en vuestras posiciones, para llegar a una que será diferente de las dos y que será la común, la de ambos. Debéis ceder los dos, no es sano que siempre sea la misma persona la que dé su brazo a torcer.
¿Cómo podemos afrontar mejor este problema?
- Reconciliaciones ante vuestros hijos: los niños así aprenderán que puede que tengan problemas, pero que tienen solución. Deben aprender estrategias para reconciliarse. Saber que sus padres ya no están enfadados, que han sabido solucionarlos les llenará de tranquilidad, confianza y estrategias para un futuro.
- No se oponga a su pareja como si fuera un contrincante, es su socio y deben negociar las diferencias. Si el otro no se pone de acuerdo con usted, no significa que no entienda, sino que no valora lo mismo.
- Ninguna opinión es más válida que la otra, una pareja está compuesta por individuos de la misma jerarquía. Trate de buscar esa salida creativa que contemple a ambos.
- Hablad sin criticaros: No deis por sabido lo que piensa o siente el otro y tampoco le critiquéis. Dadle un margen de tiempo para que pueda hablar de sí mismo, de sus sentimientos.
- Buscad un momento de tranquilidad: Debéis estar calmados y disponer del tiempo suficiente y del espacio adecuado (¡nunca delante del niño!) para negociar posibles soluciones. El cansancio no ayuda nada: quita las ganas de dialogar y ceder y hace que los ánimos se exalten.
- Centraos en el aspecto que queréis modificar: No caigáis en la trampa de iros por las ramas y acabar enzarzados en discusiones inútiles (y muchas veces destructivas). Mantened a raya los antiguos rencores.
- No os cerréis en banda: No existe una única manera de hacer bien las cosas; no os empeñéis en llevar la razón.
- Si os ponéis nerviosos, daos una tregua: Así podréis meditar a solas e incluso pedir opinión a otras personas. Recordad que un pacto suele requerir varias sesiones y que llegar a él siempre depende de la actitud que adoptéis los dos.
Si estos consejos no han logrado solventar vuestros problemas, no dudes en contactar con PSICOALFARO. Tras un estudio personalizado de vuestra situación, se os darán pautas personalizadas con éxito asegurado.